lunes, 28 de noviembre de 2011

norilsk, siberia

estás tú ahí quejándote de no tener trabajo, de seguir viviendo con tus padres a pesar de tener 32 años, de que estás atascado en esa ciudad de provincia y que todo es una mierda... joder entonces entras en google, tecleas ''norilsk, siberia'' y empiezas a pensar que todo va sobre ruedas...

martes, 8 de noviembre de 2011

buena suerte


Pongamos que un buen día asistes a una de esas charlas que dan hombres de éxito. Hombres hechos a sí mismos, hombres de origen humilde que consiguen hacerse un hueco en la cumbre a base de codazos, trabajo duro y, como les gusta reconocer para parecer personas de a pie, un poco de suerte.
Pues bien acabas de salir de una de esas charlas en una facultad. Tu vida es una mierda en líneas generales; estás atrapado en un trabajo que no te lleva a nada, hace meses que no te llevas a ninguna mujer a la cama, tu ex novia sale con un joven heredero de un imperio empresarial y has oído a ese triunfador contar cómo se hizo rico.
A esos tipos suele gustarles mucho tirarse el rollo; te cuentan que tenían unos cincuenta euros ahorrados y que con eso participaron en una rifa que les llevó a obtener una moto con la cual podían desplazarse para trabajar –aún teniendo que levantarse a tempranas horas- y luego esa moto resultó ser una reliquia por la cual se pegaban de hostias cientos de coleccionistas a nivel mundial y entonces el tipo decidió venderla y montar un pequeño negocio que finalmente fue adquirido por una macro corporación internacional que le llevó a… Todo ese rollo de ‘’cadena de favores’’, ‘’trueque’’, o como demonios quieran llamarlo… Joder, de verdad que me pone enfermo…
Bueno entonces ahí estás tú, con unos cincuenta euros ahorrados a base de repartir pizzas y te piras a una rifa de la feria de tu barrio, a ver si te toca la dichosa moto que te lleve a lo más alto del mundo empresarial, y entonces, cuando rascas tu puto cupón, sólo puedes leer: ‘’boleto no premiado, buena suerte la próxima vez’’. 
Entonces ahí estás tú, con la uña gris de haber rascado ese puto boleto no premiado de mierda, cagándote una y otra vez en la madre de aquel emprendedor de orígenes humildes y en su puta falsa modestia. 

martes, 25 de octubre de 2011

NORUEGA


Le vi saltar del barco y nadie pareció inmutarse. Sólo hacía tres horas que habíamos zarpado, pero supongo que es lo que tienen los cruceros... La gente está demasiado ocupada disfrutando y fingiendo ser feliz por un tiempo, y en esa borrachera de falsos sentimientos no hay sitio para un pobre hombre atormentado.
Le vi saltar y nadie pareció inmutarse. debíamos de estar a unos cinco grados. Si bien el barco no era especialmente alto, la velocidad a la que íbamos hizo que, en cuestión de segundos, lo perdiese del todo de vista.
No avisé a nadie. Di por hecho que lo había hecho voluntariamente. No hizo ningún gesto de socorro desde el agua ¿por qué iba a molestarle yo entonces?
oía a los niños corretear por el barco. Veía a las madres comprando alcohol y tabaco en el duty free. Mis amigos dormían para intentar combatir la resaca. Yo simplemente observaba. Observaba y pensaba. Tenía esa canción en mi cabeza, ¿cómo se llamaba? Decía algo así como DUP-DUP-DUP-NA-NA-NA-NA. No podía recordar su nombre, pero me relajaba. Asentaba las miles de ideas que corrían por mi cabeza en ese momento. ¿Dónde estaría en un año? ¿Dónde estaría ahora aquel tipo? Por primera vez en mi vida no tenía metas, y eso me hacía sentir bien. Eché de menos mi libreta de notas -me la había dejado en casa- pero ya no echaba de menos nada de lo demás. Me tenía a mí, y a mi cabeza. También pensé en la noche anterior y en todos mis errores. ‘’Supongo que idealizo rápido’’ –pensé- y volví a mi camarote.

Pasadas unas horas nadie había mencionado nada acerca del incidente. Bajé al bufet pero no tenía hambre. La gente a mi alrededor tragaba pedazos de carne y marisco sin parar. Mi mundo parecía haberse parado entre Oslo y Copenhague. El hombre atormentado debía de estar ya en un lugar mejor –al menos para él- o al menos en el estómago de alguna que otra bestia marina. Salí a la cubierta y hacía más frío. Pensé en cómo había un hombre capaz de trasladar aquel barco tan grande en medio de la noche. Pensé en su responsabilidad, en que siempre hay alguien detrás que se encarga de solucionar tus errores pero.. ¿y los de aquel hombre? Eran dudas de crío, sin ningún sentido. Hay ingenieros y toneladas de tecnología detrás de todo eso… Se estaba verdaderamente a gusto a pesar del frío. Todos estaban dentro, cenando, con sus mejores galas, y con ganas de emborracharse aquella noche. Quien sabe, quizás hasta alguno consiguiera llevarse a alguna a la cama. Se estaba verdaderamente a gusto en la cubierta a pesar del frío, tan a gusto, que decidí quedarme allí un ratito más, hasta por fin decidir que lo mejor era saltar y encontrarme con el frío Mar del Norte. 

viernes, 7 de octubre de 2011

CLUB LAS PALMERAS


Los cuatro nos miramos con cara de circunstancias. Todos sabíamos que no había sido buena idea lo de ir a aquella fiesta. Richi acababa de salir del armario y no dejaba de flirtear con todo ser viviente que contase con un pene entre sus piernas. A Carlos acababan de echarle del trabajo y la fiesta era en casa de la hija del director de Recursos Humanos de la empresa. Alberto había vuelto a la cocaína y no dejaba de ir al baño con tías con ganas de fiesta -cosa que no está nada mal- mientras que yo acababa de encontrarme a mi ex. Hacía casi dos años que no la veía. Optó por presentarme a su nuevo novio. Estaba en forma, lucía un look bastante de padre y tenía mucha más pasta que yo. Me preguntó que cómo me iba todo y recalcó que yo era escritor. Intenté matizar un poco aquello pero de poco sirvió. Yo llevaba cuatro meses en el paro y había engordado unos seis kilos. Mis proyectos de convertirme en escritor se estaban yendo al garete -llevaba cosa tres meses sin escribir absolutamente nada- y también hacía un buen tiempo que no la metía. 
A ellos se les veía contentos. Ya saben, contentos de los de ahora: buenos salarios, buenos coches, muchos eventos interesantes y muchas fotos con niños pobres en viajes al tercer mundo. 
En el fondo todos sabíamos que no había sido buena idea lo de ir a aquella fiesta. Los hermanos pequeños de las que un día habían sido nuestras mujeres -aquellos que por aquel entonces nos habían idolatrado- se reían de nosotros y se tiraban a nuestros antiguos ligues. Conducían Audis y se metían mucha mierda de diseño. Todos parecían tener trabajos apasionantes con nombres muy raros -community manager, cirujano maxilofacial en prácticas- y nosotros parecíamos estar acabados. Un buen día, tiempo atrás, habíamos hecho cosas apasionantes; habíamos tocado en grupos, tomado a preciosas mujeres en playas del Mediterráneo y viajado por el mundo en adelante con pocos chavos en el bolsillo. Entonces aquello VALÍA de algo pero... ¿y ahora? 
Joder, entonces vi a Richi salir de la mano de un sarasa y meterse entre los matorrales del jardín trasero. Pensé en ir allí y decirle que se había vuelto loco, que en realidad le gustaban las mujeres. Supuse que para él la fiesta no había sido tan mala idea... Después apareció Carlos, me dijo que había conocido a un tío, que le iba a hacer una entrevista el lunes y que quizás consiguiese el empleo. No sabía si alegrarme por él o qué. Alberto seguía a lo suyo, en el baño, más delgado y animado que nunca con algo de mierda en el cuerpo. Yo seguía exactamente igual que antes de llegar a la fiesta, sólo que peor. No sabía si hacerme marica, chupar algún culo para encontrar un empleo que no me llenase o acompañar a Alberto en el mundo de la farlopa. Ninguno de los tres parecía un buen plan, así que llamé a un taxi sin decir nada a nadie. Me crucé con mi ex de nuevo al salir, me dijo que tenía prisa, que su vuelo a Filipinas salía en cosa de cuatro horas, que ya hablaríamos. ¿Y de qué coño quería hablar? ¿De Filipinas? ¿De cómo se la tira ese cretino? 
- ¡Taxi! ¡Taxi! Al club Las Palmeras, por favor, y rapidito... Por cierto, ¿no tendrá usted algún amigo que pase algo por ahí no?

jueves, 22 de septiembre de 2011

LLUVIA

Llovía todos los días. Cada mañana me despertaba la luz que entraba por la ventana acompañada por el ruido de las gotas contra el cristal. CLONG-CLONG-CONG. El ruido acababa por hacerse insoportable, llovía todos los malditos días. 
Salía de mi apartamento para hacer la compra y empezaba a llover. Volvía a entrar y, cuando los primeros rayos de sol asomaban, otra vez llovía. Se podría decir que llovía todo el santo día. Ibas a cenar y llovía, salías del baño y llovía, salías a dar un paseo por el parque y llovía. Al final opté por no salir. Me quedaba en mi minúsculo apartamento durante horas. Simplemente era mejor así. Estuve sin salir un par de semanas. Ya me había leído todos mis libros y visto todas mis películas. La única comida que quedaba eran unas latas de judías que había dejado el anterior inquilino. La casa estaba limpia -ventajas del tiempo libre- pero sabía que mi única opción era salir. Al fin y al cabo era sólo lluvia ¿no? Necesitaba comida y algo de entretenimiento para poder seguir ahí. No había recibido ni una sola visita durante aquel tiempo. El teléfono no había sonado porque no tenía. Miré por la ventana antes de salir. Llovía a cántaros. Nadie parecía preocupado. Cogí un chubasquero y unas botas. Abrí la puerta y vi a dos de mis vecinos hablando junto al ascensor. Se sorprendieron un poco al verme, pero decidí evitarlos diciéndoles que tenía prisa y bajé por las escaleras. Podía oír cómo las gotas golpeaban salvajemente el cristal de la puerta. CLONG-CLONG-CLONG. Decidí abrirla sin pensármelo dos veces, como el que se tira de un puente. Estaba listo y preparado para lo peor, no dejaba de repetirme que aquello sólo era lluvia. Empezó a caer sobre mi chubasquero, deslizándose hasta alcanzar el suelo como si mi cuerpo fuese una cascada. Estaba a punto de rendirme otra vez, pero fue sacar el candado de la bici y todo paró. De pronto salió el sol, y con él los niños salieron a jugar al parque y los tipos que vendían paraguas en las esquinas se esfumaron. Supongo que ahora venden gorras o ventiladores de mano. Fui a la tienda con el chubasquero y las botas. Uno siempre tiene que estar preparado...

martes, 20 de septiembre de 2011

christopher bowder



CHRISTOPHER BOWDER, DE MANSIONS, ES MUUUUUUUUUUUUUUUY TITO!!!!!!!!!!!

escucharlo y volver al 2008, así, de repente. 

lunes, 19 de septiembre de 2011

el futuro

el cabecilla de la banda se llamaba lars. algunos de ellos eran latinos pero, en su mayoría, la banda estaba formada por tipos escandinavos y caucásicos. raro ¿verdad? normalmente se asocian las bandas a otras etnias (no seré yo quien las mencione), pero ésta banda era una banda DEL FUTURO y joder así eran las cosas allí. (note el lector cómo me refiero al futuro en tiempo pasado, dejando claro que ya he estado allí). 
así que bueno, estaba yo allí en compañía de mi padre -en el futuro, por si no ha quedado claro aún- y nos disponíamos a comprar un coche. yo había cumplido los 30 y por fin me había sacado el carnet. no es que fuese lo normal en el futuro -ni mucho menos- pero así era. como tampoco tenía un empleo estable mi padre estaba allí, ayudándome económicamente para que adquiriese mi primer -y, posiblemente, último- automóvil. 
joder ahora que lo pienso, en el futuro yo era un perdedor en toda regla. no tenía empleo, ni coche, ni pareja. además tenía 30 años, que es una edad que suena muy terrible para todo (menos para casarse). la verdad no sé si eso era lo habitual allí -lo dudo- pero es que era mi puto primer día en el futuro y estaba comprando un coche. 
entonces, como les venía contando, estábamos eligiendo el coche. habíamos ido a muchos concesionarios y a visitar a amigos de mi padre, pero todos nos pedían millones de pesetas por auténticas mierdas de coches. ah, quizás no se hayan enterado... en el futuro españa vuelve a la peseta. no sé en qué año exactamente, pero cuando yo tenía 30, todo era en pesetas. 
aquellos chavales más jóvenes que yo manejaban buenos carros. el cabecilla -un tipo rubio con una cinta en el pelo y chándal- me ofreció un último modelo con tan sólo mil kilómetros por un precio de risa. además de eso, si pagaba ya, me regalaba otro coche más pequeño. ustedes pensaran que aquello no podía ser -se trataba de coches casi nuevos en perfectas condiciones- pero todos parecíamos convencidos. nadie pareció extrañarse. aquellos tipos actuaban de forma fría y calculadora, no había sitio para la camaradería. nos puso algunas condiciones estúpidas en el contrato, como tener que llevar una pegatina con las siglas de su banda y comprar pizza para llevar una vez a la semana en el restaurante de su colega neels, pero lo hizo todo con mucha religiosidad. 
ahora cuando lo cuento la gente suele reaccionar diciendo que cómo fui tan gilipollas, que cómo me dejé estafar de aquella manera. joder estábamos en el puto futuro, y habían pesetas. así funcionaban las cosas... además, se suelen olvidar de que, al fin y al cabo, lo guapo de la historia es que yo estaba en el futuro. 

lunes, 5 de septiembre de 2011

3 VECES AL DÍA



papel-higienico.jpg


No le gustaba su trabajo. Se tiraba ocho horas al día en aquella oficina, sintiéndose productivo solamente a ratos. Al menos tenía jornada continua, hecho que le permitía tener algo de tiempo para sí mismo durante las tardes. 
Se había pasado cinco años sin pena ni gloria en una prestigiosa facultad privada. Hablaba idiomas y se podía decir que había viajado bastante (aunque no tanto como sus pretenciosos compañeros de cátedra, que sentían que si no se gastaban mil euros en el billete no era viajar). No le costó demasiado encontrar un primer empleo aceptablemente remunerado. Miraba a su alrededor en la oficina. Poco tenía que ver con aquella gente. No se interesaba demasiado por ellos en sus pausas del café, tan sólo hablaba de fútbol con algún becario o ponía excusas baratas cuando era invitado a la cena mensual del departamento. 
Lo hacía tres veces al día; una al despertarse, otra al volver de la oficina y la última antes de acostarse. Alguno podría decir que son muchas veces, pero a él no se lo parecía. Algo tenía que hacer para seguir adelante. 
Conocía a mucha gente en la ciudad, pero ya se había hartado. Con sus tres veces al día le bastaba. Esos cinco minutos le hacían olvidarse de todo y volver a sentirse en la cima, donde un buen día estuvo. 
Muchas veces pensaba en dejarlo, pero los dos mil euros al mes que cobraba no estaban nada mal. Podía permitirse un pequeño apartamento para él sólo, decorado a su gusto minimalista y con una asistenta que venía dos días a la semana a limpiar y plancharle la ropa del trabajo. El fin de semana podía emborracharse en los bares y comer un par de porciones de pizza a las seis de la mañana. Solía quedar con sus amigos para ‘‘buscar chicas que llevarse a casa’’, pero se pasaba la mitad del tiempo pensando en sus tres veces al día y creía que no le hacía falta más. Se podría decir que incluso lo prefería. Toda esa palabrería, invitar a copas y prometer cenas o lo que fuese ya le cansaba. 
Hacía cinco meses que no la veía y se sentía mejor. ``Otras vendrán´´-le decían sus amigos- pero a él le daba igual. Estaba bien así; él y sus tres veces al día, sus tres veces al día y él. Su dinero en el banco a fin de mes. Su reticencia a los grandes planes y sus viajes low cost de fin de semana para visitar a amigos borrachuzos y solitarios. 
Alguno podría decir que tres veces al día son muchas veces, pero a él no se lo parecía. Era lo que le permitía seguir adelante.

jueves, 21 de julio de 2011

comida china



Miguel era mi compañero de piso. Compartíamos aquel zulo en una callejuela cerca de la estación desde hacía algo más de un año. Tenía la misma edad que yo y ambos estábamos tratando de acabar nuestros estudios. Creo que una vez le oí decir que estudiaba en la escuela de Ingenieros, pero tampoco podría jurarlo. Ese era el tipo de información que Miguel y yo considerábamos totalmente prescindible. 
Me gustaría describirle exhaustivamente pero, para que se hagan una idea de cómo era, creo que mejor les mostraré un pequeño resumen de un día cualquiera en su vida:

06:00 am La luz que entra por la ventana le despierta. Se ha vuelto a olvidar de bajar la persiana.
10:30 am Suena su despertador. Lo apaga.
11:30 am Decide levantarse. Pone rumbo a la ducha. Es un tipo aseado. 
12:00 pm Baja al bar de abajo y desayuna. Tostadas, ensaimada, zumito de naranja y Cola-Cao. No ha probado el café en su vida (tampoco le hace falta). Lee el Marca. 
12:45 pm Vuelve a casa y se sienta frente al televisor. Siempre ponen algo que le gusta. Espera a la llamada de su novia (él nunca la llama...)
...

Y bueno, más o menos creo que ya se dan cuenta del tipo de persona que era. Nunca supe cuánto tiempo llevaba con aquella chica -yo ni siquiera la conocía- pero salían bastante por ahí. El resto del tiempo lo pasaba frente al televisor o conmigo. 

Un día estábamos los dos tirados en el sofá. Hacía un calor de horrores. Estábamos en pleno mes de Agosto -ambos teníamos exámenes en Septiembre- y no podíamos ni movernos. El piso no tenía aire acondicionado, así que nos apañábamos con un viejo ventilador que nos había prestado el casero. 

-Joder tío, qué puto calor...- me dijo. 

-Ya ves... Creo que me voy a quedar pegado al sofá. ¿Te queda tabaco?

-No tío, y eso es lo peor de todo. No me quiero imaginar qué pasaría si salgo a la calle con este puto calor. 

-¡Mierda! ¿Vas a quedar con ésta hoy?

-Vendrá a casa en un rato... Creo que ya va siendo hora de que la conozcas. 

Me fijé en él detenidamente y me di cuenta de que nos parecíamos bastante, tanto en estilo de vida y eso, como físicamente. Ambos éramos castaños con el pelo bastante largo. Ninguno de los dos tenía mucha vida social ni planes de futuro. Sin embargo, Miguel tenía una novia. 

-¿Está buena?- pregunté. 

-Bastante tío, bastante... Creo que ésta vez he dado un buen golpe. 

-Entonces habrá que verla.

Nuestra camaradería era bastante especial. Sabíamos que ninguno de los dos éramos el tipo de amigo que presentas a tus padres, ni con el que irte de viaje al fin del mundo en velero. Éramos sencillamente un par de colegas. Un par de tipos, ni más ni menos. 

A eso de las ocho llegó. Se llamaba Luisa. Tenía el pelo liso y lucía un escote tremendo. A decir verdad, Miguel tenía razón; había dado un buen golpe. Después de las presentaciones, pensé que se largarían al cuarto de Miguel y eso. Pero no fue así. Fueron al salón y me invitaron a acompañarles. 

-Bueno, al fin y al cabo ésta es mi casa, ¿no? -dije. 

Luisa no hablaba mucho. Había venido bastante arreglada. Miguel y yo parecíamos dos zánganos: en calzoncillos y vistiendo camisetas de propaganda. Pasados los minutos, Miguel y yo seguíamos llevando el ritmo de la conversación. Yo intenté meterla un poco, pero contestaba tímidamente, con monosílabos. No es que fuese una idiota ni nada por el estilo, pero se la veía algo nerviosa. Al cabo de unos minutos, Miguel propuso pedir comida china. Todos estábamos de acuerdo, así que llamamos. Pedimos de todo, un buen festín pre-exámenes. Luisa se mantenía un poco indiferente, pero la escuché decir que tenía hambre. 
Nos dijeron que tardarían 40 minutos. Miguel se acordó de que no tenía dinero en la cartera, así que dijo que tenía que se iba a un cajero. Lo lógico habría sido que Luisa se hubiese levantado para acompañarle, pero no fue así. A ninguno de los dos pareció extrañarle la situación. Simplemente era eso; un tipo yendo al cajero a por pasta mientras que su novia esperaba en casa con el compañero de piso de éste. 

-En diez minutos vuelvo, hay un cajero aquí al lado-dijo. Portaos bien.

Vaya panorama... Ahí estábamos Luisa y yo muertos de calor con la tele estropeada. Yo me sentía algo incómodo -hay que tener en cuenta que ella no tenía una gran conversación- y ya no sabía qué más decirle. Era una de esas tías a las que hay que sacarles las palabras con cuentagotas. Hubo un par de minutos de silencio. Ella jugaba con uno de los cojines y miraba su reloj de pulsera constantemente. Pasados diez minutos, Miguel aún no había llegado. Al cabo de veinte, tampoco. Lo mismo pasó después de treinta. Y cuarenta... 

Entonces, pasados exactamente cuarenta y cinco minutos, Luisa se levantó como quien recibe órdenes de arriba. Como un robot autómata de una película de ciencia ficción, se dirigió hacia mí y me entregó una carta. Era de Miguel. Decía lo siguiente:
 
Hey tío de verdad que lo siento pero tengo que largarme. Me han surgido unos asuntos y me marcho de la ciudad. No sé si volveré o no. Sé que lo comprenderás. No dejo nada en mi cuarto (acaso alguna vez lo hubo?). Ah, te dejo a Luisa para tu uso y disfrute personal (al menos durante ésta tarde). No es mi novia ni nada por el estilo, es una puta que me debe un favor (pero te lo hará a ti, ya me entiendes). No te preocupes por el tema de la pasta, ya lo he arreglado todo con ella y lo de la comida también. Creo que esto compensará mi huida. Ya me pondré en contacto contigo cuando solucione ciertos temas. Cuídate y disfruta de Luisa... 

Miguel

Cuando levanté la vista del trozo de papel, ya estaba en ropa interior. <<Joder, está verdaderamente buena>> -pensé. En seguida me vino a la mente aquella frase de una novia que había tenido: <<jamás te permitiría que te fueses de putas, ni aún habiéndolo dejado conmigo>>. Joder, siempre jodiendo los momentos interesantes de la vida... Lo que la pobre no sabía es que, por muy puta que sea, mientras uno no saca el dinero de SU cartera, aquí nadie se ha ido de putas... 

-Y bien guapo... ¿Por dónde quieres que empiece?
 

miércoles, 15 de junio de 2011

metiendo la vida en cajas




A veces me sorprendo metiendo mi vida en cajas. No es que sea lo habitual, pero me ha tocado unas dos o tres veces en los últimos cuatro años... Resulta un poco frío decirlo asi, ¿no? Como si los recuerdos e ilusiones pudiesen empaquetarse o algo por el estilo... La primera vez fue con diecisiete años, pirándome de casa con abrazos y lágrimas. Me monté en el avión y me olvidé de todo... Para volver a empezar, aunque de otra manera.

Así que aquí estoy, metiendo mis singles de los Smiths en cajas de zapatillas Puma, en compañía de mis compactos Anagrama, mis libros de cuentos de Salinger y mi colección de tarjetas de restaurantes. Me fijo en la ropa que empaqueto y me veo a mí en otro tiempo. Me fijo en las cosas sin ningún valor material que quiero conservar y me veo en el futuro, en otro piso, en otra ciudad, guardándolas otra vez... Puede que para volver a largarme, para seguir huyendo o para sentar cabeza con alguien que me haga ver las cosas desde otra perspectiva, aunque me guste la actual. Me veo el lunes 27 en una oficina haciendo algo, intentando caer simpático y pensando en mis historias y en mis libros. En escribir sin pretensiones. Que venga lo que tenga que venir pero que no me falten ni papel ni boli ni ideas. Parece que fue ayer cuando me lancé a ésta aventura y parece que fui ayer cuando lo dejé por primera vez.

Como dice mi buen amigo Luis Garay: ''el tren pasa otra vez, pero no lleva al mismo destino''. Que nunca nos falten las palabras ni el amor.
Creo que alguna vez tenía que ponerme melancólico en este humilde blog.

No olviden chequear LÍNEA SUBURBANA 2 !!!!!!

martes, 14 de junio de 2011

LÍNEA SUBURBANA #2

Pues ya está aquí el número dos... Ésta vez es temático; todos hablamos de estaciones de tren, viajes, autobuses y esas cosas que hacen que los tipejos como yo se pongan tiernos escuchando a los Get Up Kids. Pablo Poveda, Helena Exquis, Miqui Puig, Julio Fuertes y yo, entre otros.

Hope you like it y todo eso

podeis descargarlo o leerlo online AQUÍ.

jueves, 2 de junio de 2011

jejejeje

Por más que lo intentase no podía dejar de mirarla. Había pasado exactamente un año desde aquel inolvidable revolcón. Supongo que ella también se acordaría –había estado muy bien- pero el rumbo de los acontecimientos no fue el deseado. Como siempre suele pasar, el puto rumbo de los acontecimientos te jode y se ríe de ti.
Seguía mirándola, fascinado por sus looks primaverales. No era la tía más guapa del mundo pero joder, estaba seguro que era la mejor de todas las que ocupaban las sillas de aquella clase magistral… Yo seguía recordando aquel encuentro, y mis músculos se agarrotaban. Ya no sabía si era que lo había magnificado o que, para mí, fue el revolcón DEL SIGLO. El encuentro sexual definitivo. Quizás estaba extrapolando lo sexual a lo amoroso… Puede que hasta me estuviera enamorando o algo así. Daba igual, seguía mirándola mientras creía que mi miembro fuese a explotar.
Pensé en playas mediterráneas y en colinas. En viajes en coche por carreteras secundarias escuchando a Wilco. Follar como locos y hablar de la vida. Me acordé de ella sobre mi cama, la mañana siguiente a la noche de autos, desnuda y con una media sonrisa, como sabiendo que aquello suponía meterse en un buen lío pero que había merecido la pena… 

jueves, 19 de mayo de 2011

rafa y sus dos amigos


Salía del metro con bastante prisa por llegar a casa. Llevaba unos días algo ajetreado con todo aquello de reconstruir mi vida y demás historias. Estaba contento, nervioso, pero contento. Apenas había comido esa semana y me pasaba el día pegado a la máquina de café. Sin embargo no desistía, quería volver a hacerme un hueco en mi vida.

Aquel día había salido algo antes de la oficina. Estaba saboreando aquella hora extra de libertad mientras escuchaba un directo de los Smiths en mi iPod. No había pasado nada especial, pero tampoco había sido un mal día, no nos vamos a engañar. Al salir del metro coincidí con la salida de un colegio de primaria. Los tres chavales estaban al fondo de todo, como rezagados. Iban ataviados con camisetas de sus equipos favoritos empapadas en sudor. Se agarraban por los hombros a modo de exaltación de la amistad. Tendrían unos once años. Hablaban con sus graciosas vocecillas en tono MUY elevado. Decían nosequé de alguna jugada del partido y felicitaban al de en medio -que, por lo que oí, se llamaba Rafa- por el gran gol que les había dado la victoria.
Al verlos así no pude evitar sonreír. Me los imaginaba ahí, a los tres, a Rafa y sus dos amigos, diez años después... Igualmente cogidos por los hombros, igualmente con las camisetas de sus equipos favoritos sudadas... Hablando en todo MUY elevado en la calle a altas horas de la madrugada, borrachos como cubas intentando ligar con alguna chica más mayor que ellos.
Supongo que eso es en lo que se transforma la amistad: sigues agarrando a tus amigos por los hombros, sudando y berreando con ellos, sólo que al final los únicos goles que te importan son lo que metes tú en ese noble terreno de juego que es la cama.

lunes, 9 de mayo de 2011

EUROPA


En su día consiguieron encandilarme con sus rascacielos, sus coloridos envases y esos seductores nombres que hacen que todo suene bien. Su música, sus chicas tontas, su prepotencia... Supongo que me ponía saber que no tenían ni puta idea de situar mi país en un mapa. Supongo que parte de la culpa la tuvo la morena del Chuck E Cheese's... Nunca me han gustado los parques de atracciones, ni las emociones fuertes, ni las fotos ni nada de eso. Pero me creía feliz allí, en una aureola de falsa realización personal por comprar camisetas que nadie más tendría al regresar a casa...
Poco a poco me fui dando cuenta de que no me atraen las barras ni tampoco las estrellas. Bueno, sólo las amarillas a decir verdad... Y es que... ¿por qué soñar con algo tan superfluo cuando todo lo que queremos está aquí? En la vieja patria, donde hablamos idiomas y conocemos a los demás. Donde nos preocupamos. NOS PREOCUPAMOS.

feliz día de europa

miércoles, 4 de mayo de 2011

EL PRÍNCIPE

Carlos estaba sentado frente a la ventana, con los pies descalzos apoyados en el radiador apagado. Estaba observando detenidamente el collage que le había regalado su novia. Aquel día hacían un año, y ella había hablado con su madre para pedirle fotos de Carlos cuando era pequeño. Las había de todo tipo: en el parque de atracciones, en casa de sus tíos en el pueblo, en fiestas de cumpleaños... Carlos no pudo evitar sonreír al verlas. <<Es muy tierno todo esto>> se dijo, aunque en realidad no le importaba una mierda. De pronto vio una imagen que pasó a atraer toda su atención. Era una foto suya en el puerto. Carlos debía tener unos tres años cuando se la hicieron, y en ella se le podía observar con su gracioso pelo rubio a la taza y una chaqueta amarilla que era su favorita. A decir verdad, salía verdaderamente gracioso. Intentó recordar aquel día... Al principio le costó un poco, pero pronto recordó que fue tomada un día que habían ido al puerto a ver el barco nuevo de su tío. Su tío Alfredo era un hombre muy rico. Cada vez que se lo encontraba, éste entregaba a Carlos una moneda de quinientas pesetas. Era esa clase de tío. Era empresario o algo por el estilo. No se podía acordar del todo bien de aquel día en el barco. Recordaba vagamente cómo le había impresionado su tamaño y que, después, habían ido a dar una vuelta por la bahía. El resto de los recuerdos fueron meras especulaciones. En un momento dado, Carlos se pudo ver a sí mismo, el mismo día de la foto, rodeado de las mujeres que iban a bordo. Se vio siendo el centro de atención, el objeto de entretenimiento de aquellas señoras maquilladas que fumaban y reían mientras exclamaban cosas como <<¡qué monada de niño!>> o <<si hasta parece un chico mayor con su chaqueta amarilla...>>.
En ese instante le invadió la melancolía. Empezó a pensar que, una vez, había sido un niño muy mono al que todas las señoras de los barcos prestaban atención. Había sido un pequeño ser virginal, blanco y puro, de ojos graciosos y pelo a la taza. Su novia estaba a punto de regresar a la habitación. Se habían quedado los dos solos en la casa. Carlos Intentó contenerse y ocultar sus lágrimas, pero no pudo. Se sentía un príncipe, un pequeño príncipe del reino de la infancia que había cometido una horrible traición... ¿Quién se había creído él para convertirse en un tipo que se creía mayor por follarse a su novia de forma regular? Su mundo empezó a derrumbarse. Todo aquello en lo que creía carecía de sentido. Laura intentó calmarle, pero Carlos no era capaz de hablar. Sólo podía llorar y desear con todas sus fuerzas volver a aquel día, a aquel mundo inocente y virginal para quedarse para siempre en aquella foto. Deseaba más que nada en este mundo volver a ser el niño de aquella tarde en el barco. Lo deseaba más que todas las noches de sexo del mundo. Que todos los encuentros en baños y portales de su adolescencia. El niño de la chaqueta amarilla que tanto gustaba a las madres. Quería volver a sentirse príncipe.

lunes, 2 de mayo de 2011

BARACK OSAMA


no es verdad joder que no es verdad... no está muerto, sigue con sus varias esposas por ahí... vino para quedarse... la prensa nos miente, osama sigue en la casa blanca y obama vive en una jodida cueva-harén. 

martes, 26 de abril de 2011

la entrevista de trabajo (la interviú)


Julián García entró en la sala después de aproximadamente treinta y siete minutos de espera. Allí le recibió el director de Recursos Humanos -aunque le gustaba más hacerse llamar ''director de capital humano''- acompañado de un alto directivo. Después de algunas preguntas para relajar la situación, el señor director empezó a hablarle de su curriculum, leyéndolo en voz alta. ''Está bastante bien'' -le dijo- ''veo que aquí que es usted ingeniero y que habla inglés... -hizo una pausa para suspirar, como si algo le doliese en el alma, y continuó: Sabe señor García, cada día vienen aquí muchos tipos como usted, a buscar un trabajo en esta gran multinacional. Se creen que llegarán aquí con sus curriculums engordados y que en cosa de tres meses ya estarán enseñándonos y follándose a nuestras secretarias... Algunos lo consiguen, señor García, pero otros, muchos otros, se quedan por el camino... Así que usted elige: o empieza a trabajar con nosotros y se deja hasta la última gota de sudor que haya en sus huevos o se larga a su puta casa a hacerse pajas pensando en un futuro mejor.''
Julián García se sintió un minúsculo pedazo de mierda de hámster ante aquellos ejecutivos tan duros. Probablemente estarían allí por enchufe o habrían estudiado en grandes universidades norteamericanas de pago... Estaba claro que no eran el mismo tipo de personas. Julián se había hecho a sí mismo, y él -un tipo de barrio- les iba a enseñar a aquellos mamarrachos lo que valía un peine.
Después de los apretones de manos varios y despedidas, cuando ya estaba a punto de abrir la puerta, el otro directivo -que había estado en silencio durante toda la entrevista- le dijo: ''Señor García, si de verdad va a tomarse esto en serio, traiga una jodida camisa en condiciones, por Dios. Parece usted un paleto''.
Julián llevaba una camisa morada de un material que quería ser seda. Lo cierto es que era así como muy hortera, propia de alguien no acostumbrado a llevar traje...

domingo, 10 de abril de 2011

UNOS CEDESES

Las cosas están un poco paradas por la redacción de Muy Tito. Después del lanzamiento de Línea Suburbana y de que mi viejo ordenador esté sufriendo un poco más de lo habitual, uno parece no encontrar tiempo para escribir truculentas historias... No es por falta de inspiración ni nada por el estilo, es más bien un problema de infraestructura. Así que hoy, achicharrado por la puta primavera mediterránea, me dispongo a reseñar unos <<compacs>> (como se decía en la España de los 90) que me han gustado bastante.

Da la casualidad de que dos de mis grupos favoritos lanzan sus nuevos trabajos en Abril y Mayo. Ante mi impaciencia y mi falta de criterio he decidido hacerme con ellos ya -no mencionaré cómo por si la Pajín es habitual de ésta humilde casa- y, una vez escuchados un par de veces por encima, vomitar mi totalmente sesgada y carente de vergüenza opinión. Allá vamos.


Mansions - Dig up the dead













El esperadísimo segundo álbum de Mansions -o más bien Christopher Bowder- lo consolida como un genial compositor capaz de todo con una guitarra ya sea acústica o eléctrica enchufada por línea. Así lo demuestra con ''Call me when it's over'', tema en el cual con un par de guitarras es capaz de transmitir más que los Get Up Kids con su última basura de álbum. Quizás no podamos hablar de dig up the dead como un álbum redondo -le falta el punto comercial y de ir más al grano que caracterizó a su predecesor- pero podemos disfrutar aquí de unos Mansions más oscuros e introvertidos. Las letras siguen a un altísimo nivel (''Close that door'' es un buen ejemplo de ello) y Christopher no escatima en sinceridad ni en ponerte los pelos como escarpias en canciones como ''City Don't Care''. En resumidas cuentas, una evolución necesaria. Un punto intermedio entre ''New Best friends'' y el EP ''Mr. Boddy''. 

Title Fight - Shed













Vaya con lo nuevo de los chicos de Kingston... Después de una recopliación de sencillos y 7" varios llamada The last thing you forget se sacan de la manga este pedazo álbum ''de debut''. Como si de unos perros viejos del hardcore de los 90 se tratase, los chicos de la pelea por el título regurgitan pasión, rabia, amor y odio como un pájaro alimentando a sus crías en un nido de medios tiempos noventeros.
Si bien la velocidad de los temas se ha visto notablemente disminuida, ganan en intensidad y en actitud. ''Where am I?'' es un gran ejemplo de ello, pero temas como ''Coxton Yard'' -el pistoletazo de salida- es pura tralla controlada. Con sus características melodías y juegos de guitarra con cierto tufillo a Lifetime, estos cuatro zorros consiguen poner la casa patas arriba cuando así se lo proponen.

domingo, 3 de abril de 2011

EL ACABOSE


Había un montón de gente en la estación, todos ellos cargando con sus bolsas, sus carpetas y sus vidas como si aquello fuese algo muy importante. Parecía el fin de los días: un montón de nervios por no llegar tarde, un montón de ganas de ver a alguien o un montón de ganas de coger el tren… de vuelta.
Al final del trayecto un montón de jefes cabrones esperaban con los brazos cruzados delante de su mesa. Un montón de cafés estaban sin servir y un montón de informes debían rellenarse y cumplimentarse debidamente…
Había un montón de gente en la estación aquella mañana. Puede que algunos tuviesen ilusiones y todo. ¿Pensaba en algo toda esa gente? Verdaderamente parecían controlar la situación, como si supiesen de qué iban las cosas. Yo miraba sorprendido a mi alrededor, intentando encontrar el sentido de todo aquello que parecía el acabose… No pude entender nada pero, al fin y al cabo, no eran más que un montón de gente en la estación.  

martes, 29 de marzo de 2011

los coches


Llevábamos más de media hora hablando. Se podría decir que, hasta entonces, las cosas habían ido bien.  Vino, cigarros, comida ligera y esas cosas. No fue hasta ese momento que a mí se me ocurrió decir: <<qué va tía, lo siento, no puedo llevarte, a mí es que no me molan los coches…>>. Y ambos supimos que ninguno de los dos tenía nada más que hacer allí. 

martes, 22 de marzo de 2011

joie de vivre

Querían ir a un parque a beber vino y comer fresas sentados sobre la hierba. Supuse que se trataba de cosas de europeos… Nos sentíamos algo descolocados ante todo aquello. Una gran ciudad, unas sofisticadas tipas francesas y un día soleado. Puede ser que fuésemos muy poco para todo aquello, pero hacía un tiempo de pelotas y no íbamos a dejar pasar la oportunidad. Nos sentamos alrededor de un mantel de cuadros de hule que llevaban en uno de sus grandes bolsos, conversamos sobre el tiempo, la vida, Kerouac y el futuro. En el fondo todos estábamos aterrados ante la inmensidad de las cosas, pero ninguno quería confesarlo.
He de decir que, pasado un rato, empecé a cogerle el punto al vino, a las fresas, al mantel y a aquel puto día soleado. El sol tocaba mi cara como una caricia, dejando claro que la primavera estaba aquí para quedarse. Era mucho mejor que estar en casa borracho escribiendo mierda que nadie lee. Era mejor que estar viendo una peli y acordarme de ti cada cinco minutos. Era mejor que evitar coger el teléfono para no llamarte. Así que aposté por ello, y les dije lo mucho que me gustaría volver a París –aunque siempre haya sido más de Burdeos- y les pregunté por las cosas allí como si Francia se tratase de un gran imperio situado a millones de kilómetros de aquí. Se podría decir que interpreté mi mejor papel. Supongo que en el fondo eso era lo que querían, sentirse aduladas un rato, aprovecharse de nuestro conocimiento de la ciudad y, ya si eso, compensarnos con un poco de pasión francesa. Algunos lo llaman conveniencia, yo prefiero llamarlo joie de vivre.