Por más que lo intentase no podía dejar de mirarla. Había pasado exactamente un año desde aquel inolvidable revolcón. Supongo que ella también se acordaría –había estado muy bien- pero el rumbo de los acontecimientos no fue el deseado. Como siempre suele pasar, el puto rumbo de los acontecimientos te jode y se ríe de ti.
Seguía mirándola, fascinado por sus looks primaverales. No era la tía más guapa del mundo pero joder, estaba seguro que era la mejor de todas las que ocupaban las sillas de aquella clase magistral… Yo seguía recordando aquel encuentro, y mis músculos se agarrotaban. Ya no sabía si era que lo había magnificado o que, para mí, fue el revolcón DEL SIGLO. El encuentro sexual definitivo. Quizás estaba extrapolando lo sexual a lo amoroso… Puede que hasta me estuviera enamorando o algo así. Daba igual, seguía mirándola mientras creía que mi miembro fuese a explotar.
Pensé en playas mediterráneas y en colinas. En viajes en coche por carreteras secundarias escuchando a Wilco. Follar como locos y hablar de la vida. Me acordé de ella sobre mi cama, la mañana siguiente a la noche de autos, desnuda y con una media sonrisa, como sabiendo que aquello suponía meterse en un buen lío pero que había merecido la pena…
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