lunes, 19 de septiembre de 2011

el futuro

el cabecilla de la banda se llamaba lars. algunos de ellos eran latinos pero, en su mayoría, la banda estaba formada por tipos escandinavos y caucásicos. raro ¿verdad? normalmente se asocian las bandas a otras etnias (no seré yo quien las mencione), pero ésta banda era una banda DEL FUTURO y joder así eran las cosas allí. (note el lector cómo me refiero al futuro en tiempo pasado, dejando claro que ya he estado allí). 
así que bueno, estaba yo allí en compañía de mi padre -en el futuro, por si no ha quedado claro aún- y nos disponíamos a comprar un coche. yo había cumplido los 30 y por fin me había sacado el carnet. no es que fuese lo normal en el futuro -ni mucho menos- pero así era. como tampoco tenía un empleo estable mi padre estaba allí, ayudándome económicamente para que adquiriese mi primer -y, posiblemente, último- automóvil. 
joder ahora que lo pienso, en el futuro yo era un perdedor en toda regla. no tenía empleo, ni coche, ni pareja. además tenía 30 años, que es una edad que suena muy terrible para todo (menos para casarse). la verdad no sé si eso era lo habitual allí -lo dudo- pero es que era mi puto primer día en el futuro y estaba comprando un coche. 
entonces, como les venía contando, estábamos eligiendo el coche. habíamos ido a muchos concesionarios y a visitar a amigos de mi padre, pero todos nos pedían millones de pesetas por auténticas mierdas de coches. ah, quizás no se hayan enterado... en el futuro españa vuelve a la peseta. no sé en qué año exactamente, pero cuando yo tenía 30, todo era en pesetas. 
aquellos chavales más jóvenes que yo manejaban buenos carros. el cabecilla -un tipo rubio con una cinta en el pelo y chándal- me ofreció un último modelo con tan sólo mil kilómetros por un precio de risa. además de eso, si pagaba ya, me regalaba otro coche más pequeño. ustedes pensaran que aquello no podía ser -se trataba de coches casi nuevos en perfectas condiciones- pero todos parecíamos convencidos. nadie pareció extrañarse. aquellos tipos actuaban de forma fría y calculadora, no había sitio para la camaradería. nos puso algunas condiciones estúpidas en el contrato, como tener que llevar una pegatina con las siglas de su banda y comprar pizza para llevar una vez a la semana en el restaurante de su colega neels, pero lo hizo todo con mucha religiosidad. 
ahora cuando lo cuento la gente suele reaccionar diciendo que cómo fui tan gilipollas, que cómo me dejé estafar de aquella manera. joder estábamos en el puto futuro, y habían pesetas. así funcionaban las cosas... además, se suelen olvidar de que, al fin y al cabo, lo guapo de la historia es que yo estaba en el futuro. 

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