lunes, 17 de enero de 2011

POBRE DIABLO

Pobre Diablo siempre optó por el lado salvaje de las cosas. No se conformaba con una vida convencional; el combo empleo fijo, mujer-hijos-perro, chalet adosado en las afueras y dos automóviles no terminaba de convencerle, así que decidió montárselo por su cuenta.

Pasó sus veintitantos entre los lechos de bellas jovencitas, rayas de cocaína en lavabos de garitos y literatura de la generación perdida… Desayunaba con ellas de resaca y nunca se acordaba de sus nombres. Todo el en él era salvaje, jamás pisaba clase y dilapidaba hasta el último céntimo de sus pudientes padres en fiestas, drogas y mujeres. Los libros que quería los robaba, las chicas que quería… las tomaba.

Pero los tiempos iban cambiando, y la gente con ellos. Poco a poco empezó a sentirse sólo… Se hacía mayor, y notaba cómo las mujeres le prestaban cada vez menos atención.
Todo el mundo había dado un paso adelante. Él no. Las universitarias liberales a las que engatusaba eran cada vez más jóvenes, y muchas ya no se atrevían con aquel viejo carcamal… Lo pagó caro, muy caro…
Las tías a las que se tiraba eran ahora las mujeres de importantes hombres de negocios que iban a clubes de golf. Estos tipos se las follaban en sus yates y luego las llevaban a cenar a sitios muy caros donde todo el mundo les llamaba por su nombre.
Mientras, Pobre Diablo seguía en aquel piso de estudiantes en el que ya sólo vivía él. Se las imaginaba allí, al sol de alguna cala perdida de Mallorca, penetradas malamente por algún tipo fofo que había decidido estudiar y buscar algo de fortuna en la vida…

¿A quién pretendía engañar? Su vida era una mierda… Eran las doce de la mañana de un miércoles y estaba borracho como una cuba en el salón. Si joder, suena bien ¿verdad? Pero eso está bien –mejor dicho, rematadamente bien- si uno puede compartirlo. Si se encuentra con tres amigotes o, si me apuran, con una fulana con el pelo revuelto y ganas de clavar. Compartir el estado de embriaguez, emborracharse para los amigos… Pobre Diablo empezó a comprender el verdadero propósito de la vida…

No hay comentarios:

Publicar un comentario