Le vi saltar del
barco y nadie pareció inmutarse. Sólo hacía tres horas que habíamos zarpado,
pero supongo que es lo que tienen los cruceros... La gente está demasiado
ocupada disfrutando y fingiendo ser feliz por un tiempo, y en esa borrachera de
falsos sentimientos no hay sitio para un pobre hombre atormentado.
Le vi saltar y
nadie pareció inmutarse. debíamos de estar a unos cinco grados. Si bien el
barco no era especialmente alto, la velocidad a la que íbamos hizo que, en
cuestión de segundos, lo perdiese del todo de vista.
No avisé a
nadie. Di por hecho que lo había hecho voluntariamente. No hizo ningún gesto de
socorro desde el agua ¿por qué iba a molestarle yo entonces?
oía a los niños corretear por el barco. Veía a
las madres comprando alcohol y tabaco en el duty free. Mis amigos dormían para
intentar combatir la resaca. Yo simplemente observaba. Observaba y pensaba.
Tenía esa canción en mi cabeza, ¿cómo se llamaba? Decía algo así como
DUP-DUP-DUP-NA-NA-NA-NA. No podía recordar su nombre, pero me relajaba.
Asentaba las miles de ideas que corrían por mi cabeza en ese momento. ¿Dónde
estaría en un año? ¿Dónde estaría ahora aquel tipo? Por primera vez en mi vida
no tenía metas, y eso me hacía sentir bien. Eché de menos mi libreta de notas
-me la había dejado en casa- pero ya no echaba de menos nada de lo demás. Me
tenía a mí, y a mi cabeza. También pensé en la noche anterior y en todos mis
errores. ‘’Supongo que idealizo rápido’’ –pensé- y volví a mi camarote.
Pasadas unas horas nadie había mencionado nada
acerca del incidente. Bajé al bufet pero no tenía hambre. La gente a mi
alrededor tragaba pedazos de carne y marisco sin parar. Mi mundo parecía
haberse parado entre Oslo y Copenhague. El hombre atormentado debía de estar ya
en un lugar mejor –al menos para él- o al menos en el estómago de alguna que
otra bestia marina. Salí a la cubierta y hacía más frío. Pensé en cómo había un
hombre capaz de trasladar aquel barco tan grande en medio de la noche. Pensé en
su responsabilidad, en que siempre hay alguien detrás que se encarga de
solucionar tus errores pero.. ¿y los de aquel hombre? Eran dudas de crío, sin
ningún sentido. Hay ingenieros y toneladas de tecnología detrás de todo eso… Se
estaba verdaderamente a gusto a pesar del frío. Todos estaban dentro, cenando,
con sus mejores galas, y con ganas de emborracharse aquella noche. Quien sabe,
quizás hasta alguno consiguiera llevarse a alguna a la cama. Se estaba
verdaderamente a gusto en la cubierta a pesar del frío, tan a gusto, que decidí
quedarme allí un ratito más, hasta por fin decidir que lo mejor era saltar y
encontrarme con el frío Mar del Norte.