Los invitados disfrutaban ya de los postres. Tiramisú o valenciano, a elegir. La boda estaba siendo un verdadero éxito –o al menos eso parecía-. Brian se casaba con Raquel, su novia desde hacía dos años. No fue el primero en casarse de su grupo de amigos, pero tampoco el último. Digamos que sus amigos aún no estaban curtidos en el tema bodas de amigos, no contaban con el expertise que aquello requería…
Pasaremos por alto a las primas pesadas y demás familia política con todos los botones del traje abrochados. Iremos al grano, a la nocilla, que nunca nos gustó el pan bimbo…
El convite había causado furor entre los asistentes. Langosta y chuletón, así le gustaban las cosas a Brian. Los padres de Raquel eran gente acomodada y habían corrido con buena parte de los gastos…
Brian siempre había sido muy querido por sus amigos. Era un gran anecdotista, fiel, sincero y toda esa patraña que se suele decir en los vídeos que muestran los orígenes de una persona famosa. A todo esto, se me ha olvidado mencionar que Brian era un tío famoso. Salía en televisión –sin ser actor ni nada de eso- y medio país le conocía. Por voluntad de la familia política, la boda se celebró en la más profunda intimidad, siendo los invitados citados en una zona apartada de la ciudad para, posteriormente, ser trasladados en microbuses a la zona de festejos.
Joder la boda estaba siendo un verdadero éxito: actuaciones musicales, embriaguez tempranera, primos menores de edad borrachos… Todo parecía estar en su sitio.
<<Todo en su maldito sitio>> -le decía orgulloso su suegro-.
Al final el rumor corrió como la pólvora entre los invitados. Algunos ya habían oído algo entre partida y partida en el club. Brian por aquí, Brian por allá. Joder, todo estaba listo para el baile nupcial. Todo menos Brian, que corría despavorido a través del bosque que rodeaba la finca…
Borracho y desnudo. <<ME VIOLARON Y ME DIERON POR EL CULO!!!>> -gritaba-.
Los invitados se pusieron de acuerdo y llegaron a la misma conclusión: Brian era una farsa. Ni estudios de periodismo, ni estancias en el extranjero, ni nada de nada. Se contaban los unos a los otros esos secretos, esas pequeñas confesiones que Brian les había ido soltando a lo largo de los años. Como en la Bolsa, información privilegiada. Muchos se frotaban las manos pensando en el bombazo televisivo. TIRÓN MEDIÁTICO. Eso era, Brian tenía maldito tirón mediático.
<<A veces uno cuenta algo y lo decora un poco. No lo decora con mala intención, ni con afán de superioridad. Lo decora para que el oyente disfrute aún más de la historia. Una anécdota, un relato, una declaración jurada ante un tribunal… A esas personas nadie las llama decoradores, maquilladores o algo por el estilo. Se las juzga y se las acusa, tachándolas de farsantes o dudando de su credibilidad. Brian era una de esas personas, así hacía feliz a la gente. Así se ganaba la vida, honradamente, como tertuliano y colaborador de varios programas televisivos. Los mismos que le acusaron y le llevaron a huir, los mismos que ahora hacían que aquello acabase, alimentaban el fuego viendo sus programas, dándoles credibilidad e importancia. Como una palmadita en la espalda al becario tras un trabajo bien hecho. Como una hoguera en una casa en la montaña en pleno invierno. Daban la palmadita, ambos la necesitaban, y ahora se lo echaban en cara… >>
Al final quedó en nada. Brian volvió y se casó con Raquel. Se fueron de luna de miel a Indonesia. Se compraron un chalet en Sant Cugat del Vallès. Fueron felices. Pidió perdón delante de todo el país. Volvió a reunirse con sus amigos de toda la vida –aquellos perdedores que justificaban ser mileuristas diciendo que su contrato incluía seguro médico-. Un negro escribió sus memorias y, como mandan los cánones, murió en la Teknon.
Feliç Sant Jordi.
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